VIRAL: todo lo que puede ser y no es
Si te das una vuelta por YouTube, puedes ver un buen puñado de vídeos de los denominados virales. Algunos de ellos son fruto de la casualidad, otros están sustentados por campañas de marketing y en el caso de muchos, resulta imposible diferenciar si son reales o no. Ahora bien, seguro que poca gente me podría decir 5 marcas con vídeos virales.
Intentar hacer un vídeo viral es difícil y su valor comercial es bastante discutible, o por lo menos con un ROI difícil de calcular. En la mayoría de los casos, la audiencia se acuerda más de la anécdota que del producto. Hay algún caso en que el propio vídeo se rentabiliza solo, como Red Bull que vende sus imágenes a medios de todo el mundo. Pero ese es un caso aparte y fuera de nuestro alcance, a no ser que tengamos un par de millones de euros para gastarnos y algún simpático loco que mandar al espacio.
En general, los vídeos virales vienen y van, dejando poco a la marca. Es cierto que puede suponer un aumento momentáneo de público, pero sin filtros, sin nichos y sin objetivos marcados, y esto en marketing a largo plazo sirve de poco. Por ejemplo, la campaña de “Amo a Laura” de MTV España alcanzó la viralidad pero dejó poco al canal.
Otra cosa muy distinta es que el vídeo esté orientado a un contenido útil para la audiencia y además se haga viral. Es decir, que sin pretenderlo, el vídeo alcance miles de reproducciones. Tenemos claros ejemplos en la música de cómo un vídeo viral les ha dado beneficios a sus autores.
La mejor estrategia para el vídeo marketing desde nuestro punto de vista es establecer un plan de vídeos (semanales, mensuales, diarios) que aporten algo a nuestra marca, ya sea personal o profesional y no buscar la viralidad.