El trabajo siempre queda
Los éxitos, las victorias, los reconocimientos, los aplausos o el minuto de gloria son eventos puntuales sin valor y se difuminan con la misma velocidad que vinieron.
El tiempo de asumir una derrota, de reconocer el error y zafarlo en el siguiente intento quedará en nuestro aprendizaje para siempre. Los objetivos nunca son más importantes que el camino para conseguirlos; y ambos, ni siquiera juntos, llegan a la altura de la gente que te acompaña en el trayecto.
Más allá de los resultados obtenidos, de estar mil horas luchando, entrenando o trasnochando por un objetivo… el trabajo siempre queda.